EL PORTULANO es una pluma con decoración de «laca a la hoja de oro», creada y elaborada por Olga Aloy a partir de una técnica tradicional. Su nombre era usado a finales de la Edad Media en los libros y cartas de navegación que contenían todas las indicaciones necesarias para los marineros: señales, luces de ruta, corrientes, bajíos... Más tarde, la denominación se extendió a los atlas o colecciones de cartas marinas. Algunos, destinados a ser guardados en archivos o dedicados a altos personajes, estaban decorados con escritura ornamental y se acompañaban con planisferios, mapamundis...
Es preciso dejar emerger el poder onírico de estos materiales, ver la laca recortando los fiordos en la hoja de oro, formando estuarios, sobrevolar el continente soñado por todos los navegantes de los mares, imaginar que tenemos bajo la mirada el portulano que indica el emplazamiento de Eldorado de nuestros sueños, de nuestra Atlántida personal.
La realización de esta pluma ha necesitado muchos meses de trabajo. Primero se han aplicado varias capas de laca, cada una secada en el «furo» (armario tradicional que tiene una tasa de humedad del 80% y una temperatura de 23º), y minuciosamente pulidas antes de la aplicación de la siguiente. A continuación, se colocan las hojas de oro que se cubren de varias capas sucesivas de una laca que se parece en la textura y el color a la miel. Serán precisas por lo menos 15 capas para integrar completamente la decoración en la materia y para que el tacto adquiera la sensualidad sedosa característica de las lacas naturales y artesanales.
En los extremos de la pluma, y engastadas por un joyero creador, unas gemas brutas de Peridoto (crisólito u olivino). Llamada también «piedra de los caballeros», porque fue traída a Europa por los cruzados, esta piedra se encuentra en una isla del mar Rojo y tiene el yacimiento más antiguo datado de hace más de 3.500 años, época en la que servía de ornamento a los faraones. Finalmente, la gafa, en plata sobredorada, cierra la cima antes de deslizarse a lo largo del capuchón, aunando lo mineral y lo vegetal. La vaina del conducto capilar también está lacada, tanto para la sensualidad del tacto como para una buena fijación, y la pluma está hecha de oro y oro rodiado (750/1000, 18 quilates) para un buen confort de escritura.